Salir a jugar

por Mario Cyr

Periodista, Revista Parcours, # 14, 1994.

 

Su piso parece un “bric-a-brac”, un bazar. Por todas partes, en las paredes, los muebles, las estanterías, hay juguetes. Lleva años coleccionándolos.  Juegos de mesa o de habilidad, muñecas, figuras, animales de peluche, patos de plástico, maquetas.

 

Los juguetes están omnipresentes en su vida y en su obra. Mira sus cuadros. Los personajes son muñecos, payasos y osos de peluche. Las piezas de rompecabezas forman el cielo, los árboles de plástico el bosque y los miniladrillos crean pilares, arcos y otros elementos arquitectónicos. Sus marcos, a veces moldes de escayola de muñecos, a veces soldados de plástico, son parte integrante del lienzo. 

Sin embargo, Claude Bibeau trata temas muy serios, incluso pesados. La muerte, el sida, la violencia, la contaminación, el individualismo, la guerra y la soledad. Le gusta el contraste que surge del uso del juguete en una composición dramática. Porque el juguete te hace sonreír, te divierte. El juguete desdramatiza el mensaje, sin perder su agudeza y virulencia.  Es "Alicia en el País del Terror". Los temas apocalípticos y la estética infantil resumen el enfoque de Claude Bibeau.

 

Meticuloso y con una gran atención al detalle, Claude Bibeau es autodidacta. Originario de Drummondville, se interesó por el dibujo desde muy joven y ha seguido haciéndolo desde entonces. A principios de la década de 1970, se unió a artistas de su región para lanzar el Mouvement Bonbon, un movimiento teñido de un pensamiento algo utópico.

 

"El mundo de la infancia que estábamos explorando nos parecía lleno de sencillez, en el espíritu del movimiento Paz y Amor, queríamos dar un mensaje de esperanza y amor. Desde entonces, he perdido las ilusiones. Ya no tengo la ingenuidad de creer que el mundo puede cambiar. La estupidez, la violencia y el odio continuarán mientras haya hombres. Cuando todos estemos enterrados bajo la lava, petrificados, como los habitantes de Pompeya, entonces, sí, habrá paz en la tierra.

 

¿Amargo? No, sólo realista. Como vive continuamente inmerso en un universo infantil lleno de fantasía, se podría pensar que huye de nuestro mundo adulto. Este no es el caso. No trata de escapar de la realidad, sino de mostrar nos la a su manera.

 

(...) Una obra de gran originalidad, impactante y moderna.

 

                                                                                                                        Fotografia: Michel Dubreuil